Contra-tiempo pte.36 / Amanecer

El sol comenzaba a mostrarse, nunca me dio tanta alegría verlo salir como en ese nuevo día. Nicolás había apilado los cuerpos a orillas del río y los había incinerado. Cuando la mañana comenzaba a nacer, los dos, mi primo y yo, estábamos sentados contra la pared este, en total silencio.

Nicolás parecía aliviado, con ánimos renovados, y yo aún estaba haciendo un esfuerzo por asimilar lo ocurrido. Preferí no hacer preguntas hasta saber que haría las correctas. Las dudas inundaban mi boca con miles de preguntas y mi cabeza daba vueltas impidiéndome pensar con claridad. El tiempo trajo la calma.

- El escarbadientes partido fue tu forma de decirme que estabas vivo, ¿verdad? Al principio no lo entendí. Primo, no resisto la duda, ¿cómo sobreviviste? – Decidí ir de a poco, preguntar todo de golpe sería inútil.

- Runa, Agus, fue gracias a ella. Hace tiempo que ella me había dicho que alguien se había hecho pasar por mí para cargar 2 de mis camionetas y guardarlas de nuevo en casa. Y cuando nos visitó, ella ya había descubierto que se trataba de un supuesto Dr. Gino Somoso, y ahora la había contactado para pedirle información mía, Runa supuso que planeaba matarme. Le dije que hiciera lo que él le pidiera y que confiara en mí. De inmediato me di cuenta de que se trataba de Domingo Rosso, mi mentor, el sujeto que me enseñó todo lo que sé. Me puse en su lugar y pensé en qué haría para intentar matarme. En la casa había un sótano, nadie sabía de él, ni siquiera Runa, lo preparé para que se pudiera abrir desde adentro, incluso con escombros encima, para así poder salir cuando todo terminara, también me quedé con el rifle que mató a todas esas personas en la plaza y algunas armas más, para luego encargarme de Rosso con esas mismas armas. Y el resto ya lo viste… y a propósito, que no se te haga costumbre esto de esperar a que yo te salve siempre.- Nicolás mostró una pequeña sonrisa y una leve carcajada, como festejando su propia ocurrencia.

- Sabía que Runa era incapaz de traicionarte. ¿Sabías que por culpa de este sujeto asesinaron a nuestra familia?

- Sí, siempre lo supe. No sabía que aún seguía con vida sino hasta que lo confirmé al ver que el cadáver en la tumba no tenía partido el pómulo izquierdo ni los colmillos limados. Y el trozo de madera que me facilitaste tenía marcado el distintivo de la sociedad secreta. Él estaba vivo – Mi primo hizo una pausa, quitó su vista al horizonte y me miró durante un segundo. - Su muerte hizo que las sospechas recayeran sobre mí, que todos pensaran que lo había asesinado. Normalmente, eso me dejaría un escalón más alto en esta profesión, pero 4 principiantes creyeron que podrían ocupar mi lugar si vengaban a Rosso. Idiotas, sólo eso. Lo mejor era dejar el país.-

- ¿Cómo llegamos a este trabajo, primo?

- ¡La oferta era buena! ¡Nuestra libertad! Obviamente, no nos contrató ni la policía, ni el gobierno de la ciudad, ni el gobierno de la provincia, simplemente fue el gobernador. Vio morir a los miembros de la sociedad secreta y su cabeza era la próxima, pensó que sólo nosotros podríamos detenerlos.-

- ¿Las seis víctimas pertenecían a la sociedad secreta? ¿Qué pasó con la quinta y la sexta que siempre fueron tan importantes para vos?

- Como te contó Domingo, él entrenó a alguien. Lo quiso hacer igual a mí. El muchacho aprendió las reglas y era realmente bueno. Él se encargó de las primeras 4 víctimas y luego descubrió que Rosso estaba rompiendo las reglas, lo estaba haciendo personal. Eso y la certeza de su muerte, de saber que su mentor lo liquidaría cuando terminara, el saberse superado por el trabajo y todo eso con lo que vos y yo venimos lidiando, lo llevaron al suicidio.-

- ¿Suicidio? – Lo interrumpí.

- Así es, él congeló un chuchillo en punta sirviéndose de la bandeja que plástica que vimos en el lava-platos y se arrojó sobre el arma desde la silla. Por eso la mancha de sangre presentaba aureolas, porque el agua había “licuado” parte de la sangre. Lo demás, es resultado de su entrenamiento. La habitación secreta, los dibujos, el estudio sobre la anatomía humana, TODO; y lo sé bien porque tuvimos el mismo mentor. Quizás por eso notaste el parecido que tenía conmigo y la familiaridad con la que me movía en el lugar, porque yo conocía todo lo que le habían enseñado.-

- ¿La llave del locker?

- Es la forma en la que Rosso se comunicaba con el chico. Seguramente él tiene una copia para así poder dejarle los datos de la próxima víctima y las instrucciones. Supongo que Rosso conocía bien a casi todas las víctimas, salvo a quien ocupara la plaza que dejó libre, y eso le habría permitido al muchacho acercarse a los objetivos sin que nadie sospechara nada - Nicolás se mostraba abierto y todo parecía mucho más claro ahora que lo explicaba. – ¿Terminaste con el interrogatorio, primo? Creo que es momento de llamar al Sr. M y al Sr. D para cerrar todo esto y volver a casa.-

El amanecer se había hecho mañana, miré el reloj de mi primo y ya trepaba la gruesa aguja hasta el número 8. El Sr. M y el Sr. D no se hicieron esperar, se veían sorprendidos de vernos y más de ver unos metros más atrás el fuego que se extinguía.

- Nos llamó, Sr. Oberti. No dude que nos alegra verlo con vida. ¿Qué tiene para nosotros? – Dijo el Sr. M a la distancia. Las palabras parecían salir empujadas de su boca mientras caminaba hacia nosotros. Noté que miraba con disimulo a los cuerpos quemándose a nuestras espaldas.

- Yo los llamé, sí. El trabajo está listo. Permítame ponerle un nombre a las cenizas que tienen a nuestras espaldas. Eso que ven quemarse no es ni más ni menos que el asesino que buscaban y algunos de sus cómplices. Ese sujeto mandó a limpiar a las cuatro primeras víctimas, asesinó personalmente a la sexta, al médico de la morgue y a todos los de la plaza. Conocido como el Dr. Gino Somoso, estaba dispuesto a liquidar también al Gobernador, pero eso ya lo sabían, ¿verdad? –

- ¿Tiene pruebas de todo eso? – Intervino el Sr. D.

- Sólo les puedo facilitar las armas homicidas y este sobre dirigido específicamente al Gobernador.- Dijo mi primo acercándole al Sr. D un sobre blanco.

- Muy bien. Todo salió según lo acordado. Han cumplido con su palabra - Dijo el Sr. M quitándole al Sr. D el sobre. – Sus nombres están limpios. Eso considérenlo un hecho.-

- No se preocupen por mí, ya estoy muerto, ¿recuerdan? Quiero que mi primo esté más limpio que el mejor santo, ¿de acuerdo? – Dijo Nicolás en todo amenazante. Sus casi 2 metros de altura y sus grandes ojos de mirada penetrante le daban énfasis a sus amenazas, lo hacían aún más intimidante.

- Así será.- El Sr. M le extendió la mano y Nicolás la tomó. Un formal saludo con un gesto de cabeza, giramos sobre nuestro eje y comenzamos a caminar.

- Una última cosa, Sr. Oberti – Gritó el Sr. M para detenernos. – ¿Cómo puedo contactarlos en el futuro para un nuevo trabajo? Es decir, en caso de que llegásemos a requerir de sus servicios nuevamente.-

Mi primo se volvió hacia él, lo miró fijo, le dedicó una sonrisa de medio lado por su pregunta y contestó:

- Somos libres, ¿recuerda? No tienen nada que yo pueda querer y dudo mucho que puedan pagar mi tarifa. Aunque si insisten en buscarme, yo les juro que los encontraré - Los ojos de Nicolás brillaron y se clavaron en el Sr. M hasta asegurarse de que el mensaje se entendió. – Vamos, Agus.- Palmeó mi espalda y nos alejamos.

Nos alejamos del Sr. M y del Sr. D, nos alejamos de los cadáveres, del fuego, de la muerte, nos alejamos de nuestro trabajo, de nuestras costumbres, de nuestro pasado. Finalmente creo que vi el amanecer. Algo nuevo comenzaba y a la vez sentía cómo algo también se terminaba. Al fin entendí que cada final es también un nuevo principio. Una oportunidad de dejar atrás todo y cambiar.

- Es difícil alejarse de uno mismo, Agus, y esa es la excusa perfecta para volver. Después de todo, cada amanecer tiene su ocaso y cada día todo vuelve a comenzar, ¿no? – Dijo Nicolás.


FIN
¿Fin?

2 comentarios:

  1. Que buena historia! Entretenida y reflexiva en muchas ocasiones.. y además de que no me gustan las policiales,es atrapante. Creo que deberías pensar en seguir escribiendo, lo haces bien.
    Saludos, Maria.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias!... Hay algunas otras incursiones en la narrativa que quisiera sumar, pero será más adelante, cuando el texto termine de decantar.
      Saludos.

      Eliminar