Por alguna razón que aún no atino a resolver, la muerte se
asocia naturalmente a la oscuridad y la vida, por contrario sensu, se relaciona con la luz. Así, se le llama
“alumbramiento” o “dar a luz” al parto, es decir, a traer al mundo una nueva
vida. Con el conocimiento sucede algo similar, la ignorancia es oscuridad y el
conocimiento es luz. Siguiendo esta idea es que los filósofos han dado a llamar
a la edad media “la edad oscura” y al renacimiento el “iluminismo”. Personalmente,
atribuirle a la muerte y a la vida tan estrechas relaciones con la luz y la
oscuridad, con los colores y demás percepciones tan terrenales como humanas,
sólo es un vano intento por acercarnos a dos fenómenos que distan mucho del
alcance de nuestro intelecto. No obstante esto, acepto ese tipo de
comparaciones.
Nuestro cerebro es capaz de recordar lo que vemos hasta 10
segundos después de muertos, dicen. Una calle oscura, un asesino anónimo, toda
una vida en un solo segundo, una noche negra y sin luna, el sonido de los
árboles suavemente acariciados por el viento y un arma sin identificar que
aparta algunos cabellos y acerca amenazante el plomo de una bala hacia su nuevo
destino; y mi terquedad en aceptar todo esto como el último recuerdo que tenga
de mi condenada vida. Es irónico el hecho de que la bala no conozca su destino
y que sin embargo es seguro lo alcance apenas instantes después de ser
disparada. Quién sí conoce el destino de la bala es quién la dispara; más aún,
el destino de la bala depende enteramente del tirador y tanto si falla como si
acierta, es mérito únicamente de quién gatilló.
Cuando se apoya un arma en el cráneo de alguien, cuando se
coloca a una persona en la sumisa posición de víctima, cuando se pretende con
total decisión ejecutar a alguien, casi no hay forma de fallar, prácticamente
no hay error posible. Y el cañón del arma presionaba con firmeza mi cabeza y la
bala no podía escapar de su destino… Supongo que yo tampoco. Las cartas estaban
en la mesa y todo había sido dicho. Quise rezar… y recordé lo que me dijo una
vez Nicolás: “estamos condenados, primo,
para nosotros no hay perdón posible”.
- ¡Estimado Sr. M, qué
agradable sorpresa! Le aconsejo, y apelo a su prudencia, que baje su arma,
levante sus manos y me explique qué está
haciendo usted aquí.- La voz de Nicolás me regaló una oportunidad y fue
como un bálsamo para mis nervios. Una vez más estuve con mis segundos contados y una
vez más vuelvo a sumar horas de prestado porque mi salvación no dependió de mí.
Los segundos que mi primo ganó para mí me fueron suficientes
para girarme y desenfundar la micro-uzi y contemplar a quién había amenazado
con quitarme la vida. El Sr. M elevó sus manos a la altura de sus hombros sin
separar su mano derecha de su arma, una Beretta 9mm larga de color negra. Él se
giró hacia mi primo, gruñendo por lo bajo. A pesar de la oscuridad me pareció
notar, a duras penas, una especie de mueca burlona, casi una sonrisa, en el rostro de
Nicolás. El Sr. M flexionó lentamente sus rodillas, sin dejar de mirar a los
ojos a quién lo apuntaba, hasta poder dejar suavemente su arma en el suelo. Yo
aún me debatía entre disparar o esperar a ver la reacción de mi primo cuando
éste se acercó al Sr. M y le sostuvo ambas manos detrás de la cabeza sujetando
sus muñecas.
- Ahora que estamos
poniéndonos de acuerdo, creo que es hora de que usted explique algunas cosas.-
Dijo mi primo obligando al Sr. M a ponerse de pié.
- Señor Oberti, no es
necesario que dilate esto, sé que quiere dispararme y es mejor que lo haga de
una buena vez.- El Sr. M me miraba fijamente mientras yo controlaba la
tentación de cumplirle el deseo.
- Nic, sólo necesito
un gesto de tu parte y le cumplo el deseo.-
- No, primo, no es
necesario. Necesito respuestas, Sr. M, y ambos sabemos que no me tiembla la
mano al momento de hacer hablar a alguien.- Me di cuenta de que Nicolás acentuó
sus palabras torciendo sus muñecas para hacerle notar que, de ser necesario,
podría causarle mucho dolor.
- ¿No es obvio? Señores,
yo no confío en ustedes y estoy convencido de que es cuestión de tiempo para
que surja un mejor postor y vengan a por nosotros. Ustedes son mercenarios,
matan por dinero y obedecen a quien más ofrece. Estoy convencido de que incluso
su libertad tiene precio, como lo tuvo durante tantos años. Jamás estuve de
acuerdo con contratar sus servicios, para mí es colocarnos en sus manos para
que ustedes decidan si nos convierten en sus cómplices o en sus víctimas. En
otras palabras, o los cazaba yo a ustedes o ustedes nos cazaban a nosotros.-
- Así que era eso. Puede
estar seguro de que tenemos códigos y reglas que respetamos al pié de la letra.
Cumpliremos con lo que acordamos, pero le advierto que si vuelve a seguirnos,
nos encargaremos de usted. No es necesario que el Sr. D y usted continúen con
vida, por lo que, si vuelve a entorpecernos, tenga por seguro que lo
limpiaremos - Nicolás lo soltó y, al instante, el Sr. M intentó tomar su arma
que seguía en el suelo. Mi primo la pisó de inmediato impidiendo que pudiera lograr lo que se proponía.- Lo lamento, pero la
Beretta se queda y usted se va, si es que sabe aprovechar mi buen humor.-
El Sr. M se fue corriendo y desapareció en la noche. Nicolás
tomó el arma y la colocó en su cintura. Tenía muchas preguntas pero me pareció
que lo mejor era guardar silencio hasta encontrar el momento correcto.
Una vez en el auto, acomodamos todo lo que tomamos del
departamento en el asiento trasero, junto con las armas que cargábamos. Mi
primo conducía y no apartaba la mirada del camino, se veía tranquilo y a la vez
decepcionado. Se me ocurren cientos de momentos mejores para darles respuestas
a mis dudas, pero mi curiosidad no me dejó seguir esperando.
- Sabías que el me
atraparía, ¿verdad? Me usaste de señuelo para poder enfrentarlo.-
- No, primo, no lo sabía.
Al menos no en el momento en que saliste del edificio. Al ver cómo atravesaste la
plaza, sospeché que algo podría suceder.-
- Si él era el que
estaba apostado en una de las salidas, entonces el Sr. D era quién conducía el
audi, ¿cierto? -
- De nuevo te
equivocas, primo. Él lo hizo todo solo. El Sr. D fue quién estuvo de acuerdo
con contratarnos.-
- Entonces, ¿cómo fue
que supiste que estaba en peligro? ¿O debería preguntar cuándo fue que lo
supiste? -
- Bueno, al principio
fue un mal presentimiento, pero mientras corrías me llamó Fabián. Él me dijo
que quién lo perseguía le había dado alcance y que, al ver que no se trataba de
nuestro auto, volvió hacia la plaza a toda velocidad. Luego entendí que si no
le había pasado nada a mi amigo, entonces no nos perseguía un asesino, sino
alguien que estaba enfocado en atraparnos.-
- ¿Cómo sabemos que no
fue él y que está tratando de que fracasemos? ¿Cómo sabemos qué no va a
intentar matarnos otra vez o que entendió el mensaje y que dejará de seguirnos?
-
- No lo sabemos. No
intenté amedrentarlo con mis palabras, más bien le hice una promesa. Estoy
seguro de que él lo entendió. Además, me pareció que decía la verdad, pero es
mejor no confiarnos y seguir con lo nuestro.-
Me molestó un poco ver la poca importancia que mi primo le dio
a lo sucedido esta noche. Está claro que no fue a él a quién le apuntaron a la
cabeza.
- Me cuesta seguir
como si nada hubiera pasado, Nic. Estuve a punto de morir esta noche y te estás
comportando como si nos hubiéramos cruzado con uno de mis excompañeros de la
universidad. ¿Qué es lo que te tiene tan atento, lo que tiene tan ocupada a tu
cabeza, como para no detenerte ni un minuto a pensar en lo que acaba de pasar? Es
como si estuvieras impaciente por algo, como si esperaras que suceda algo. ¿En
qué estás pensando? -
- Estoy pensando en la
próxima escena, Agus. Lo que veamos en ese lugar puede ser decisivo, puede
darnos las respuestas que estamos buscando – Era evidente que Nicolás
consideraba al quinto homicidio como la clave principal en todo este caso. Claramente
era la bisagra que, según mi primo, dividía a un asesino del otro. Desde el
principio, fue el homicidio que nos dio el indicio de que se trataban de, al
menos, dos victimarios.- En todo caso, me
decepciona un poco haber revelado a nuestro persecutor. Es menos divertido sin
alguien que nos esté siguiendo.[suspiró] En fin, por lo menos volveremos a trabajar a plena luz del día. Bienvenida
sea la luz.-
Ah, no! EXCELENTE La conexión de luz entre el principio y el final.
ResponderEliminarLa sufrí, te confieso, a la introducción. Bueno, era obvio que no se iba a morir, sino no nos habría podido seguir contando la historia, pero...
Igual! =S
Así que en la próxima se definen algunas cosas, ¿no? ¿Qué habrá en el quinto escenario?
=O
Se está haciendo esperar la próxima entrega, pero reglas son reglas.
ResponderEliminarEl próximo martes subo la parte 17.
Gracias por leer.