Contra-tiempo pte.24 / La llave

Uno de nuestros instintos más primitivos nos lleva a guardar cosas u ocultarlas. Los hombres, los animales y hasta las plantas tenemos nuestros mecanismos para proteger, almacenar o esconder. Con el paso del tiempo, los seres humanos, desarrollamos formas más eficaces y complejas de hacer esto, y creamos las cerraduras. Con las cerraduras surgieron las llaves. En todas las formas imaginables comenzaron a ocupar nuestras vidas y hoy es habitual que todos tengamos varios ejemplares. Las llaves cumplen un rol fundamental en nuestras vidas, nos brindan seguridad, privacidad, exclusividad y hasta la posibilidad de ocultar nuestras cosas del resto. A veces cumplen unas de esas funciones y a veces todas. Las llaves revisten tal importancia que se han convertido en símbolos: “las llaves de la ciudad”, “las puertas del cielo”, “la llave de tu corazón”, etcétera.

Dicho esto, siendo consciente de la importancia que revisten y yo que me había olvidado de la llave que tenía en el bolsillo derecho de mi jean. No estaba muy seguro de haber comprendido por completo todas las implicancias de las deducciones de Nicolás y era claro que esto estaba tomando un grado de complejidad bastante mayor al esperado por ambos, pero aún rondaba en mi cabeza la desconcertante reacción de mi primo cuando le mencioné que estaba seguro de conocer la cerradura que se abriría ante esta llave. ¿Por qué no quiso que se lo dijera? ¿Por qué quiso esperar? ¿Esto significaba que él ya lo sabía, que ya conocía qué puerta abría esta llave? Quizás lo supo todo el tiempo, desde que la encontró en aquel tétrico departamento, detrás de aquel extraño dibujo, como si él mismo la hubiera escondido.

- De acuerdo, primo, ¿qué es lo que haremos ahora? - Le pregunté mientras llevaba mi mano a mi bolsillo para tocar y sentir por fuera que la dichosa llave todavía se encontraba ahí.

- Ahora debemos seguir las pistas. La o las personas que buscamos se ven obligadas a improvisar y la improvisación acarrea errores, sean fáciles de detectar o no, pero errores al fin.-

- Cambiaste, primo, hace un momento hablabas en singular y ahora pones dicha singularidad en duda. ¿Por qué? -

- Es que, para serte sincero, estoy seguro de que los homicidios lo cometieron dos sujetos distintos, pero tengo la sensación de que la masacre de la plaza estuvo en manos de uno solo. Desgraciadamente no tengo más pistas como para definir a quien buscamos ni cuántos son… En todo caso, ¿qué importancia tiene? Lo mejor es no descartar nada y seguir investigando.-

- Bien entonces, ahora que es momento de seguir pistas, quizás sería hora de que te muestre la puerta que abre la llave que encontramos en la quinta escena.-

Nicolás me miró fijo a los ojos y asintió con la cabeza. Luego cerró su laptop, bebió el último sorbo de café y, mientras me daba la espalda para dirigirse a la cocina, dijo:

- Está bien, pero lo haremos luego de almorzar. Ahora, si no te molesta, tengo que hacer unas llamadas. Comemos a las 13 horas.-

Una vez más, Nico había hecho uso de su irritante capacidad para desconcertarme.

Me dirigí al garage, destapé uno de los autos cubiertos y me encontré con un hermoso Mitsubishi Lancer GT modelo 2010, otro de los favoritos de mi primo. Tenía las llaves puestas, por lo que decidí dar una vuelta para pensar mejor.

Yo sabía perfectamente qué puerta abría esa llave. Esa llave abría uno de los lockers de la estación terminal, y lo supe cuando recordé mi llegada a esa olvidada ciudad. Nico me pidió que viajara en micro, lo que me extrañó demasiado, él no es de plantear complicaciones innecesarias. Ese día, apenas arribé, me llamó para decirme que no vendría por mí y que nos encontráramos esa misma noche en un triste bar perdido en esa melancólica ciudad. Ese cambio de planes me obligó a adaptarme y a intentar matar el tiempo en esa estación terminal… y a usar los lockers. La llave. Nicolás fue quién hizo que utilizara el locker y su respectiva llave. Y evidentemente fue por Nicolás que supe que la llave encontrada en el quinto escenario se corresponde con uno de los lockers de la terminal.

¿Nicolás quiso que yo dedujera todo esto? ¿Él lo planeó todo? ¿Por qué?

Conduje de regreso y a las 12:54 horas estaba descendiendo del auto para reunirme con mi primo en el comedor. El almuerzo transcurrió en un silencio digno de un cementerio en plena madrugada de invierno. Cuando terminamos, Nicolás colocó sobre la mesa, justo frente a mí, las llaves… las llaves del Torino.

- Agus, es tu turno de conducir ¿Nos vamos? - En su voz y su rostro no pude distinguir sentimiento alguno, era casi un autómata, como si no estuviera ahí, conmigo, en ese mismo momento. Me desesperaba no poder leer sus gestos ni tener una aproximación a lo que estaba pensando o sintiendo.

Tomé las llaves, me puse de pie, crucé mi mano por detrás de él y lo palmeé en su costado.

- Vamos.- Dije con mi mejor sonrisa y emprendiendo el camino hacia el garage.

Una vez en la estación terminal me dirigí, seguido por mi primo, al lugar donde se encuentran los lockers. Mi corazón latía más rápido que de costumbre, mi mano temblaba. Tomé la llave que aún cargaba en mi bolsillo y noté que no tenía número. Sin ese dato no podría saber a qué casillero pertenecía.

Me giré para mirar a Nicolás. Él, a su vez, me miraba expectante, como esperando alguna reacción de mi parte. Volví a concentrarme en los lockers. Comencé descartando lo que tenían la llave colgando y me dispuse a probar los demás, uno a uno.

- Permiso, Agus.- Dijo Nicolás tomando la llave de mi mano al adivinar qué es lo que haría. La colocó directamente en el casillero número 12. La llave giró con total facilidad.

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