Contra-tiempo pte.19 / Desconocido

Es natural temerle a lo desconocido, es natural que nuestro corazón palpite como desaforado ante el inminente acaecimiento de lo inesperado y desconocido. Para mí es la mezcla entre la certeza de lo que sucederá o de lo que habrá, y la ignorancia acerca de qué es lo que sucederá o qué es lo que habrá. Es como una gran incógnita negra donde todo es posible, y prácticamente nunca pongo a consideración el que un acontecimiento desconocido pueda ser positivo (y a veces lo es), sino que siempre espero lo peor. Quizás sea un mecanismo de inconsciente defensa, quizás sea una cicatriz de los golpes que me ha dado la vida. Esperar siempre lo peor es una forma de estar siempre preparado y de evitar decepcionarse. Esperar siempre lo peor creo que, a veces, es lo único que me mantiene con vida.

13:45 horas se le habían escapado a ese extraño día y aún no sabía qué esperar de mi primo, de este caso, ni de mí. Todo se me presentaba como una incógnita, todo era incertidumbre y aún no podía apartar de mí la idea de que había algo que debía saber, algo que me convenía saber.

Mi primo ya no era el mismo para mí, todo estaba tenso entre los dos. Yo sabía que él ocultaba algo, supongo que él se dio cuenta de que había algo que quería saber y entre sospechas, desconfianzas y secretos me dio la sensación de que éramos dos desconocidos. Mi primo, el sujeto que me conoció desde que era un bebé; el sujeto con el que compartí parte de mi infancia, de mi adolescencia y el resto de mi vida hasta la fecha; el sujeto al que más de una vez le pedí consejo; él, que es mi familia, que comparte casi la misma sangre que yo, ahora es un completo desconocido.

El almuerzo transcurrió en total silencio. Mis ojos no se apartaban de Nicolás y los de Nicolás permanecían clavados en un punto fijo en el suelo. Yo aún no sabía qué esperar de él y no me parecía prudente perder detalle de sus movimientos. Él tenía un escarbadientes en la boca y jugaba con su plateado encendedor en su mano derecha, señal de que algo estaba planeando, ésa era su forma de concentrarse. Nicolás no había tocado su postre y yo sólo había tomado 4 copas de vino blanco espumante, dos rarezas más para este atípico día.

15:19 horas. Nicolás decidió salir a caminar y se negó a que lo acompañara, antes de salir abrió un cajón de un mueble demasiado grande y tomó un teléfono celular, una batería y un chip. Armó el aparato y se fue. Él utiliza un celular distinto con una línea distinta cada día, para evitar ser localizado. Salió de la casa marcando un número telefónico y se alejó antes de que pudiera identificar con quién hablaba.

Conozco a mi primo y sé que es demasiado cuidadoso como para dejar pistas de lo que sea que ocultara, además la puerta de su dormitorio estaba cerrada y fui incapaz de forzar su cerradura, por lo que supongo que Nicolás logró anticipar mis intenciones. Con todo esto, no me tuve más opciones que dormir un poco, después de todo, buena falta me hacían un par de horas de sueño.

Mi reloj me marcaba que eran las 17:40 horas de esa tarde de otoño cuando me despertaron los golpes de hacha que provenían de afuera. Desde la ventana de mi habitación pude ver a mi primo cortando leña y a una importante pirámide de leña detrás de él. Estaba más que claro que no realizaba esa tarea por necesidad, sino más bien como una forma de descargarse. Algo perturbaba sus pensamientos y eso era palpable.

Aproximadamente a las 18:36 horas terminó su ardua tarea y se tomó su tiempo para armar lo que alrededor de las 19:15 horas sería una gran fogata. Nicolás es un tanto pirómano y suele prender grandes fogatas, pero lo hace sólo por dos motivos: cuando es necesario hacer desaparecer evidencia y no hay otro método que aparezca como más idóneo, y cuando necesita relajarse y pensar, de hecho, su gusto por el arte de hacer fuego es lo que lo hace llevar siempre un encendedor a pesar de no contar al tabaco entre sus vicios. Intrigado, preocupado y un tanto asustado decidí que sería el momento de confrontarlo, de hablar con él. En todo caso, si permanecía en su postura de ocultarme algo, sabría que debería estar más atento y manejarme con más cuidado.

La imagen era digna de ser retratada: Nicolás de espalda a la casa, frente a la fogata, su sombra se proyectaba gigante detrás de él, el cielo mostrando sus estrellas y las danzantes llamas delante de mi primo que eran agitadas de vez en cuando con una rama gruesa y larga que sostenía Nicolás a modo de bastón en su mano derecha.

Caminé hasta él y me detuve a su lado. Él siguió con la mirada perdida entre las llamas. Yo decidí esperar a que Nicolás tomara la palabra. Aunque más que una decisión fue la única alternativa que tuve ya que no sabía cómo comenzar la postergada y necesaria conversación.

- Primo, esto se está volviendo demasiado complejo. Hay cosas que no esperaba, que no sé si puedo controlar y que aún no sé cómo influirán en el desenvolvimiento de este caso.- Nicolás hablaba con voz grave y pausadamente, como marcando las palabras para yo captara la importancia de las mismas.

- Esto tiene que ver con lo que vimos en ese extraño departamento, ¿verdad? -

- No lo sé, es posible que así sea o quizás se trata simplemente de una coincidencia.-

- ¡BASTA DE MISTERIO, NIC! Ya no tolero estar a tientas tratando de desenredar tus palabras para saber qué es lo que me quieres decir. Hay cosas que pienso que debería saber y que estoy seguro que deberías decirme, así que es mejor que nos dejemos de tanto rodeo y que me digas con detalle de qué se trata todo esto.- Estaba exasperado, mi primo no dejaba de envolverme en un juego de palabras e ideas. Sentí como si tratara de seguir ocultando algo.

Nicolás me miró casi como si mirara a un niño que se le había revelado.

- Agus, hay cosas que aún no puedo decirte, hay cosas que es mejor que no sepas. Ahora mismo sólo puedo confesarte que esta misma tarde me llegó la noticia de que nuestras cabezas tienen precio. Y no se trata de uno, sino que todos colegas que trabajan en los alrededores están tratando de limpiarnos y que a quién lo consiga se le dará el doble de lo que solíamos cobrar por este tipo de trabajos.-

Las palabras de mi primo me dejaron boquiabierto, sus palabras me decían que ya no había códigos en este país y que teníamos siguiendo nuestras huellas a no menos de 7 asesinos. Somos pocos en este trabajo y en algún momento tuvimos nuestros códigos.

- De acuerdo. Te juro que no salgo de mi asombro, primo, pero no es eso de lo que quería hablarte. Me intriga lo que vimos en ese lúgubre departamento y cuál es tu relación con ello. Ahora bien, ¿me podrías explicar, también, qué relación hay entre esto que me dices y lo que encontramos allí?.-

- Primo, yo no hice esos dibujos, sé lo que piensas, pero te juro que no son míos. Al salir de ese departamento supe que debía averiguar si en ese lugar vivía alguien que mantuviera algún tipo de conexión conmigo o bien si se traba de un señuelo, de un lugar preparado y predispuesto para llamar mi atención y así distraerme de mi trabajo.-

- Entiendo, ¿pero qué relación tiene esto con la cacería que se acaba de iniciar en nuestra contra? -

- Al entrar en ese lugar agitamos un nido de avispas sin saberlo y ahora tendremos que escapar de los aguijones.-

Mi primo lucía preocupado. Era más que claro que no me decía todo.

- ¿Y cómo sigue esto? -

- Por ahora primo, vamos a aprovechar el fuego y a cocinar algo. Mañana hay que madrugar, ver lo que nos depara el último escenario y por la noche quizás visitemos a un amigo.-

Aún no sabía si tenía las cosas más claras o si me sentía más confundido. Comimos al aire libre, bebimos bastante, había música de fondo y el fuego aún ardía a nuestro lado. Nicolás se retiró para encerrarse en un dormitorio y yo decidí quedarme a terminar mi vino frente a la fogata. Tenía mucho que pensar. Algunas respuestas finalmente fueron mías, muchas dudas aún quedaban y un par de nuevas preguntas se sumaron. En medio de mis pensamientos recordé que aún cargaba el dichoso dibujo en mi bolsillo. Lo tomé, lo contemplé durante algunos segundos, un par de minutos quizás, y supe qué era lo que debía hacer con él. Lo acerqué al fuego, podía sentir el calor en mi mano, el fuego lo tomó y se lo entregué. El destino perfecto para un dibujo sin significado, sin sentido, el dibujo de un completo desconocido.

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