Contra-tiempo pte.3 / El Sr. M y el Sr. D

Mi reloj marcaba las 12.30 horas en el instante justo en el que 2 caballeros de cabezas rapadas atravesaban la puerta de un bar que, a pesar de ser medio día, apenas mostraba un poco de movimiento. Ambos tenían más o menos la misma altura, uno era un poco más corpulento que el otro y cada uno tenía un andar bastante particular y muy distinto del otro. El más corpulento caminaba como si midiera cada paso con cuidado, mientras que su colega andaba exageradamente despreocupado y casi alegre, juraría que estaba a punto de esbozar una sonrisa, como si fuera a recibir una bien merecida recompensa. Se dirigieron directamente a nuestra mesa y sin vacilar, lo cual indicaba que sabían de antemano dónde estábamos ubicados, probablemente acordaron ocupar esta mesa en el mismo momento que programaron el encuentro. Tomaron asiento y se presentaron como el "Sr. M" y el "Sr. D", el primero era el hombre corpulento de actitud calculadora y callada, al verlo de cerca me pareció que podría ser alguien tímido, pero algo en su rostro dejaba en claro que era de cuidado; Nicolás siempre me dijo que desconfiara más de quien habla menos, porque normalmente es el que más tiene para decir y el primero que debe callar. El Sr. D, en cambio, se mostraba frontal, directo y hablaba como si no midiera ni una sola de sus palabras. Era muy fácil leer su rostro y saber qué pensaba, así que lo miré con atención, siempre es interesante ver a alguien sincero, desinhibido y sin nada que perder.

En poco más de 40 minutos y mientras tomábamos café, nos explicaron que en 6 meses habría elecciones, que no era un buen momento para que la policía local se viera mal y que era la primera vez, en la historia de esta ciudad, que se enfrentaban a un asesino serial. 6 expedientes se deslizaron por la mesa empujados por el Sr. M y quedaron ante el inmutable rostro de Nicolás. Él los miró rápidamente y uno a uno me los iba pasando para que hiciera lo propio. Claramente estos 6 homicidios fueron cometidos por la misma persona, sin embargo dada la impresión de que algo no estaba bien, como si faltara una pieza clave de este raro rompecabezas.

- ¿Hay algo más que deban decirnos, caballeros?.- Preguntó mi primo, dirigiendo una educada pero fría mirada a nuestros clientes.

- No, eso es todo. ¿Usted cree que podrá resolverlo antes de las elecciones?.- Dijo el Sr. D.

- Sí, puede darlo por hecho - Afirmó Nicolás con aire altanero, mientras acercaba su encendedor al cigarrillo que el Sr. D se había llevado a la boca y lo encendía. - Siempre que se cumpla lo que acordamos. Confío en que no necesita que se lo recuerde, ¿verdad?.-

- ¡Ese es un tema del que ya hemos hablado! - A todos nos sorprendió un poco oír la voz del callado Sr. M. Sonaba un algo irritado y tajante, pero en ningún momento perdió su compostura. Tomando una bocanada de aire, como si le costara conservar la calma, continuó. - Cumpliremos con nuestra parte siempre que ustedes cumplan con la suya.-

No hubo más que decir, simplemente les estrechamos la mano, tomamos los expedientes y salimos del bar sin decir ni una palabra. Un palillo partido a la mitad, unos pequeños bollitos de papel y 4 tazas vacías, fueron los únicos testigos de un trato que podría cambiar más de una vida.

1 comentario:

  1. Ay, nonononono! Esto se pone interesantísimo y me queda un solo post para leer.

    !!!!!!

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