Contra-tiempo pte.10 / Fugitivos

Escapar, alejarse, apartarse, huir... de un peligro, de algo, de alguien... evitar un peligro o un daño... ser fugitivos...... Todos huimos, todos escapamos, todos corremos, nos alejamos, nos apartamos, evitamos el peligro.... Todos.

Pero ¿qué es lo que nos convierte fugitivos?. No todos consideramos los mismos peligros, el mismo daño, no todos tenemos los mismos miedos, y sin embargo todos huimos. Hay quienes son fugitivos por los demás, escapan de un daño, de un peligro, de algo o alguien, ajenos a ellos mismos.... y yo los envidio, porque, en comparación, ellos tienen más chances de lograr su objetivo..... yo huyo de alguien, concretamente, huyo de mí. Es muy difícil alejarme, apartarme, escapar de mí... me es muy difícil entender que soy mi propio peligro, mi daño potencial, mi feroz atacante, mi bandido entre las sombras, mi propio enemigo.... y, no obstante eso, sé bien que lo soy, porque después de todo, ¿quién puede hacerme más daño que yo mismo?... Puedo afirmar que soy mi propio fugitivo, mi más inminente peligro y mi ineludible captor.

Me pregunto ¿qué es lo que quieren los fugitivos?, ¿qué buscan?, ¿qué objeto tiene vivir fugándose constantemente?.... No tengo una respuesta concreta a eso, quizás tienen sueños de libertad (liberarse de un algo, de un alguien, de un peligro, de un daño, de un temor), quizás no sabemos lo que es la libertad.... quizás aún confundimos libertad con libertinaje y estamos a la busca de un espacio infinito y oscuro en donde poder ser lo que deseemos, lo que se nos ocurra, cualquier cosa que quisiéramos...... Creo que podemos pensar en esa libertad si cerramos los ojos y nos proponemos imaginar la nada, pero la nada absoluta: no imaginemos luz, no imaginemos piso, no imaginemos techo o paredes... simplemente imaginemos nada... y a esa nada absoluta le agregamos un algo, un sujeto, un yo.... esa es la libertad que buscan los fugitivos, un lugar donde ese yo puede tan grande o tan pequeño como quiera, puede ser lo que quiera, como quiera o quien quiera.... y aún así, a su mente se le escapa la noción de que esa oscura libertad tampoco es tan absoluta como creen.... porque ese yo la limita, porque no hay libertad si no está ese yo para ser libre y ese yo depende de los conocimientos y de la imaginación de quien lo crea, además ese yo no puede ser una isla, porque así como no hay libertad sin que haya alguien que la posea, tampoco hay libertad sin que haya quien la reconozca... La libertad no es libertad si no hay límites, pero más aún, la liberta no es libertad si no es real, si no abrimos los ojos y nos hacemos yo... En definitiva, la libertad, la meta y el trofeo de los fugitivos, necesita de límites, necesita de esas razones que tenemos para huir, necesitamos tener de qué alejarnos, de qué apartarnos, de qué escapar para poder conocer, buscar y tener libertad..... nuestra libertad.

Nicolás hizo un llamado telefónico de unos 28 segundos en los que yo terminaba de cerrar mis bolsos y acomodar mis cosas. En los siguientes 7 minutos estábamos en el estacionamiento del hotel preparando el auto de Nicolás, cargando los bolsos y poniéndonos en marcha hacia la salida. Mi primo no colocó ninguna de nuestras pertenencias en el baúl del vehículo, lo que me indicó que realmente tenía prisa. Ya podía ver la luz del sol que brillaba al final de la rampa, tras la salida del estacionamiento, y, de pronto, sombra... un camión obstruyó la entraba y se aproximaba a nosotros dando marcha atrás. En un arrebato de sorpresa y temor, miré a mi primo en busca de una respuesta. No la obtuve. Él simplemente detuvo el auto, sin apagar el motor, y esperó.

Lo siguiente fue silencio. El tiempo parecía haberse detenido, al menos para mí, supongo que no habrán pasado más de 30 o 35 segundos hasta que los portones traseros del camión se comenzaron a abrir, sólo atiné a desenfundar mi arma cuando mi primo me detuvo, me miró y, sin mediar palabra, me pidió calma. Él siempre tuvo la capacidad para darse a entender con la mirada, su rostro decía mucho más que su voz. Se veía calmo, como si todo estuviera calculado.

Del camión surgieron 2 sujetos que arrastraban una rampa hasta que ésta toco el suelo, luego se abrieron a cada lado, sosteniendo los portones y, justo en ese instante, Nicolás avanzó. Lo que ocurrió fue que mi primo planeó salir del hotel sin ser vistos y buscó un punto ciego de las cámaras donde subir el auto a un camión, para así huir sin que vean su auto. Una vez más, se me adelantó.

El camión se detuvo 126 minutos más tarde y bajamos el auto en lo que parecía un apartado y abandonado galpón. No pude percibir ni un sólo sonido del exterior, estábamos solos, salvo por los que conducían el inmenso rodado, quienes no hicieron más que volver a subir al mismo y perderse de nuestra vista.

- Muy bien, primo, dame una mano con esto que entre 2 es más fácil.- Me dijo con una sonrisa.

Lo único que había en el galpón era una mesa, sólo una mesa con algunas herramientas y dos chapas. Mi primo tomó lo que parecían ser un par de espátulas plásticas, me ofreció una y con la otra me mostró lo que debía hacer, levantó la blanca pintura de su auto y empezó a tirar de ella como si le arrancara la piel. Resultó ser un plotter, su viejo auto blanco era realmente azul. Él se encargó de la tapa del baúl, del lateral izquierdo y del techo. Yo hice lo propio con el resto. En breves minutos convertimos un hermoso Torino 380w color blanco, en un Torino azul. Nicolás siempre tuvo debilidad por los autos antiguos, por lo que este Renault Torino modelo '69 se encontraba en perfecto estado, cualquiera hubiera dicho que recién salía de fábrica, sólo había adaptado algunos detalles y le había modificado el motor para darle más potencia, pero por lo demás, estaba como en 1969.

Habiendo quitado todo el plotter, Nicolás se aproximó a la mesa y me arrojó una chapa-patente y un destornillador.

- Ya falta poco. Sólo este detalle y terminamos.- Dijo.

Evidentemente él sabía lo que estábamos haciendo. Evidentemente la experiencia y la práctica lo convertían... no, mejor aún, nos convertían... en excelentes fugitivos. Fugitivos casi expertos, diría. Y es que aún desconocíamos, al menos con detalle, de quién huíamos. Sin duda eramos la perfecta definición de fugitivos, para Nicolás se trataba sólo de evitar un peligro... para mí, no hacemos más que agitar la mosca para tentar al pez, sólo que todavía no estoy seguro de si somos pescadores o carnada.

1 comentario:

  1. Ay, noooo!! No me puedo imaginar cómo sigue la historia!

    Me mata que el tipo parece un buen tipo que tuvo que salir a hacer lo que hace sin mucha más opción, pero, a pesar de todo, se mantiene re pensante.

    Como que sobreanaliza todo. Me siento re identificada!

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